La sexualidad de Gurdjieff El
sexo ocupaba un papel central tanto en la doctrina como en la vida de
Gurdjieff. Por lo que respecta a la doctrina, Gurdjieff insistía en que
la sexualidad es la fuerza motriz de toda actividad humana:
"Todo lo que hace la gente tiene relación con el sexo; la política, la religión, el arte, el teatro, la música, todo es «sexo»"1.
Estas fijaciones se correspondían con la creencia de que el estado
hipnótico sufrido por la humanidad se debe a que la energía sexual
retroalimenta su propia mecanicidad
2.
Citar:
¿Qué es lo que lleva a la gente a los cafés, los restaurantes, las fiestas de toda clase? Una sola cosa; el Sexo. Allí está la principal fuente de energía de toda la mecanicidad. Todo sueño, toda hipnosis deriva de ella
Al igual que el Tantra, Gurdjieff también considera que
"el sexo es la principal razón de nuestra esclavitud, pero también nuestra principal posibilidad de liberación"3. El
"nuevo nacimiento"
propuesto por la doctrina del cuarto camino no sería posible sin la
mutación de la energía sexual. El hidrógeno si 12, el combustible
sexual, sería el propulsor de la transmutación sexual a partir de la
aplicación de choques conscientes. Según esta teoría, al hombre se le
abren dos distintos caminos con respecto a su sexualidad: o bien emplea
su energía sexual con fines reproductivos o bien la emplea para crear
"una nueva vida dentro del organismo donde si 12 ha sido elaborado"4. La cristalización del si12 conduciría a la formación de los cuerpos sutiles o superiores.
Sin
llegar jamás a dar instrucciones precisas sobre el proceso de alquimia
sexual, Gurdjieff se mostraba igualmente ambiguo con respecto a la
necesidad o no de mantener una abstinencia sexual, recomendándola
únicamente para ciertos casos como paso previo a la etapa de la
transmutación sexual. En otros casos, la transmutación se desarrollaría
incluso más perfectamente si media un
"expendio exterior de la energía sexual"5.
Y un tercer caso sería el de aquellos que han transcendido su propia
sexualidad al canalizar toda esa energía hacia las demandas surgidas a
raíz del propio proceso alquímico. ¿Cómo distinguir unos casos de otros?
Ouspensky jamás aclaró esta cuestión, solamente sabemos que Gurdjieff
alertaba de cualquier experimento con tales asuntos
6.
Citar:
De
manera completamente general, se puede decir que sólo hay dos formas
legítimas de expender la energía sexual: la vida sexual normal y la
transmutación. En este campo, toda invención es de lo mas peligrosa.
El
peligro, de acuerdo a G., estriba en el aprovechamiento del superávit
de energía sexual por los otros centros, cuyo exceso de energía
representaría una amenaza para el buen equilibrio de la
"máquina humana". La sexualidad transcendental y consciente del Maestro se contrapone así a la sexualidad normal y mecánica del humano dormido:
"Cuando
el sexo es claramente consciente de sí mismo, cuando no se refugia
detrás de pretextos, ya no se trata de la mecanicidad de la cual hablo.
Por el contrario, el sexo que existe por sí solo y que no depende de
otra cosa ya es un gran logro"7.
¿Pero realmente
hizo gala en su vida de una sexualidad diferente a la normal? Su
conducta sexual parecía del todo normal, en todo caso podría juzgarse
como licenciosa y de excesiva promiscuidad. Uno de sus más directos
discípulos, John G. Bennett, confirmó que era normal que mantuviese
relaciones sexuales con sus alumnas, con las cuales llegó a tener varios
hijos. Bennet calificó su vida sexual como
"extraña y difícil de predecir"8.
Citar:
Pocas
mujeres llegaron a tener una relación próxima a Gurdjieff. Como he
dicho antes, las tres mujeres que más le ayudaron, las señoras
Ouspensky, de Hartmann y de Salzmann, también estaban separadas de él,
pero no como los hombres. Ellas tenían siempre libertad para ir y venir y
pienso que no hubiesen tenido dificultad para renovar sus relaciones. Con
las demás alumnas tenía una relación totalmente distinta, con algunas
no había ninguna influencia sexual, pero con otras esta influencia era
muy fuerte, su vida sexual era extraña y difícil de predecir.
Había temporadas en que llevaba una vida rigurosa, casi ascética, sin
tener ninguna relación con las mujeres. En otras ocasiones, su vida
sexual parecía desencadenarse y hay que decir que sus períodos de
desenfreno eran más frecuentes que los de ascetismo. A veces
tenía relaciones sexuales no sólo con cualquier mujer que cayese en la
esfera de su influencia, sino con sus propias alumnas también. Tuvo
hijos con bastantes de ellas y algunas quedaron muy unidas a él durante
toda su vida.
Su
comportamiento no reflejaba una sexualidad sujeta al control de la
conciencia sino que su fama de seductor se agrandaba a la par que se
conocían sus correrías sexuales.
"El sexo era el sexo"9 decía G., y aquí parecía no quedar rastro de sus enseñanzas alquímicas.
Citar:
Aparte
de estas mujeres, con las que Gurdjieff tuvo de alguna forma una
relación especial, sobre todo porque podían ayudarle en su trabajo,
había otras muchas que aspiraban a tener una relación más próxima a él. Se comentaba que Gurdjieff seducía a casi todas las mujeres que llegaban a él,
y él fomentaba estos comentarios. Solía decir, por ejemplo, a una joven
que lo visitaba por primera o segunda vez, que esperase hasta que se
marchasen todos los demás o que volviese a llamar a su puerta,
prometiéndole una experiencia muy especial. Algunas veces las muchachas
se asustaban y no iban. Otras iban, pero sin predisposición, en cuyo
caso les daba un puñado de dulces y les decía que se marchasen, dando a
entender que no comprendía para qué habían ido. Parece que las más
discretas, que pensaban que yendo a visitar a Gurdjieff no recibirían
ningún alto beneficio espiritual, sino una oportunidad sexual, eran las
que podían quedarse con él y mantener buenas relaciones.
Él insistía mucho en que el sexo debía separarse de la vida intelectual y emocional del hombre. El sexo era el sexo y, si se trataba como tal, era una parte del proceso de desarrollo, no sólo legítima, sino necesaria.
El comportamiento de Gurdjieff fue también duramente criticado por el psiquiatra Anthony Storr
10:
Citar:
El
comportamiento sexual de Gurdjieff era deshonesto, acostándose con
cualquier discípula que encontrase atractiva, y no raramente las dejaba
embarazadas. Cuando Fritz Peters fue al Chateau du Prieure a la edad de
once, había una decena de otros niños, algunos de los cuales fueron
engendrados, sin duda, por Gurdjieff.
En este punto conviene aclarar que
Gurdjieff era un hombre casado, su esposa se llamaba Julia Osipovna Ostrovska. Aunque Gurdjieff no tuvo ningún hijo con su mujer, Taylor afirma que
con otras mujeres tuvo cuatro hijos y dos hijas11 : Andrei, Nikolai, Michel, Sergei, Eve, Cynthie y Svetlana.
Peters
también recoge algunos rumores que se extendían por aquel entonces con
relación a su desenfrenada sexualidad, y desmiente que participase de
ritos y orgías sexuales aunque reconoce que tuvo hijos ilegítimos
12.
Citar:
He
oído numerosas historias y muchísimas habladurías sobre las prácticas
sexuales del propio Gurdjieff, que, en su mayor parte, son falsas y
parecen basarse en la suposición según la cual, cualquiera que se
presente como líder, cualquiera que tenga una "escuela" de naturaleza
poco corriente, debe tener, asimismo, una vida sexual insólita y
variada. Lo único que puede considerarse insólito, en cierto modo, a
este respecto (al menos, según la información de la que puedo dar fe),
es que tuvo hijos con varias mujeres con las que no se casó;
esto no es sino un hecho muy frecuente, aunque no legal, y está muy
lejos de los ritos y orgías que se le han atribuido.
A pesar del testimonio de Peters
13,
parece probable que Gurdjieff se reservaba ciertos privilegios en
materia sexual porque, de lo contrario, es de suponer que el Prieuré se
hubiese convertido en un auténtico lupanar.
Citar:
Me
dejó estupefacto, por tanto, enterarme de que gran parte del interés
que inspiraba el propio Gurdjieff se basaba en la suposición de que la
vida en el Prieuré era totalmente "libre", lo que para ellos significaba
"licenciosa". Yo sabía que Gurdjieff tenía algunos hijos ilegítimos, pero sabía también que (contra las opiniones de aquellos seguidores y las de otros muchos) imponía a sus "discípulos" con toda franqueza restricciones que se imponía a sí mismo.
Habría sido el primero en afirmar que él era "extraordinario", en el
sentido de que no le ataban ciertas normas de conducta. Cuando empecé a
entender la "moralidad americana" comprendí por qué muchos de los
coloquios que seguían a la lectura de los escritos de Gurdjieff trataban
de temas como el amor libre. El libro en sí no consideraba tales temas, pero se prestaba a interpretaciones de todo tipo.
Fritz Peters y Georgette Leblanc en el Prieuré Al poco tiempo de morir la Sra. Ostrovsky de un cáncer, Gurdjieff continuaba con sus viejos hábitos
14.
Citar:
Poco después de la muerte de Mme. Ostrovsky, la atmósfera en el Prieuré pareció cambiar; en parte fue por ese motivo (Gurdjieff, por ejemplo, vivía con una mujer que se quedó embarazada unos meses más tarde),
pero también porque inevitablemente yo crecía. En mi mente aparecieron
cuestiones que no se me habían ocurrido antes. ¿Qué estaba haciendo yo
en tal lugar? ¿Cuál era el propósito de la escuela? Después de todo,
¿qué clase de hombre era Gurdjieff?
Louis Pauwels trata el caso
de una muchacha rusa, Irene Reweliotty, conducida a la enseñanza por su
amante Luc Dietrich, y que fue invitada a cenar por Gurdjieff. Según
cuenta,
G. no tenía otro fin esa noche que el seducir a la joven15.
Citar:
Irène
se doblegó, vaciló, pensó en romper con el "trabajo". Fué entonces, en
el momento en que comenzaba a dudar de la sinceridad de algunos miembros
de la sociedad de Gurdjieff con la que se había unido, de la
posibilidad de alcanzar ese estado sobrehumano con el que la hicieron
soñar, cuando una discípula decidió presentarla a Gurdjieff en persona.
Irène no lo había encontrado nunca. Dudaba de algunos, pero en absoluto
de ese hombre de quien Dietrich y Daumal hablaban con suma veneración.
Era verdaderamente "Aquel que abre la puerta", el Maestro. La invitaron a
una cena, en la calle Colonel-Rénard. Ahora iba a empezar realmente la
gran aventura. Era, quizá, el primer día de "otra vida".
La cena
transcurrió como de costumbre. Durante esa cena, abruptamente,
dirigiéndose a ella en ruso, mientras ningún otro huésped entendía ese
idioma, el viejo le dijo que fingiera partir con los demás, al final de la comida, y volviera en seguida.
Irene no sabía cómo interpretarlo. Tuvo miedo. Se fue con todo el
mundo. Desde un café de la avenida Wagram telefoneó a Gurdjieff. Dijo
que su madre la esperaba y que no podía regresar a su casa. Entonces Gurdjieff la insultó en términos que parecían no ocultar nada de sus intenciones. Era el Rasputín furioso.
En
Irène se produjo un profundo derrumbe, un profundo horror, una
desesperación total. Al día siguiente fue a ver a la discípula que la
había presentado a Gurdjieff y le declaró que rompía con la Enseñanza.
Se le dijo cuanto podía hacerle el mayor daño, se la abofeteó y se la
echó. Enloquecida, despojada, partió para la meseta de Assy, para tratar
de recuperar la calma. Unos días después de su llegada, tuvo un ataque
cardíaco que nada hacía prever.
¿Alquimia sexual consciente o
sexo libre y desenfrenado? En cualquier caso, algunos de sus más
directos discípulos le agregaron a su reputación de seductor y amante de
sus discípulas su misoginia y su tendencia a tratar a las mujeres como
un instrumento para sus propios fines
16.
Citar:
Gurdjieff hablaba de las mujeres en unos términos que habrían parecido más propios de un
fanático musulmán polígamo que de un cristiano. Se jactaba de tener
muchos hijos de diferentes mujeres, y afirmaba que para él las mujeres
no eran sino un medio para alcanzar un fin.
Referencias:1. Ouspensky, P.D. 1949. Fragmentos de una Enseñanza Desconocida. Ganesha.
2. Ibid.
3. Ibid.
4. Ibid.
5. Ibid.
6. Ibid.
7. Ibid.
8. Bennett, John G. 1973. Gurdjieff: Haciendo un mundo nuevo. Sirio.
9. Ibid.
10. Storr, Anthony. 1997. Feet of Clay. A Study of Gurus. Free Press.
11. Taylor, Paul Beekman. 2009. G.I.Gurdjieff: A New Life. Eureka Editions
12. Peters, Fritz. 1996. Recordando a Gurdjieff. Sirio.
13. Ibid.
14. Ibid.
15. Pauwels, Louis. 1972. Gurdjieff. El Hombre Más Extraño De Este Siglo. Hachette.
16. Bennett, John G. 1997. Witness: The Story Of a Search. Bennett Books.